4. JERUSALÉN: EL ENCUENTRO CON PEDRO
“Tres años después”, Saúl va a Jerusalén para dar a conocer a Cefas (que significa en griego “Piedra”), nombre con el que llamará siempre a Pedro, y permaneció con él “quince días”. Indudablemente que Pedro enseñó a Pablo la tradición oral que en relación con Jesús, el Apóstol desconocía (Cf. 1 Cor 11, 23-25), así como le explicaría la interpretación cristológica de los profetas, según la enseñanza del Maestro a sus discípulos.
La visita es discreta: Pablo vio únicamente a “Santiago, el hermano del Señor”, el otro dirigente de la Iglesia. Pablo se enriqueció espiritualmente junto a la Madre Iglesia, sin embargo no logró a integrarse del todo, probablemente a causa de su paso de zelote. Incluso huyó a un atentado que contra su vida los hebreos de lengua griega habían planeado (Hch 9, 29-30)
Tuvo que irse a Tarso, donde retomó el oficio de constructor de tiendas y continuó a proclamar su fe en la sinagoga (Hch 18, 3). Fueron años de madurez personal.
5. ANTIOQUÍA: INICIO DE LA AVENTURA MISIONERA
La Iglesia de Jerusalén, a inicios del año 40 d. C., envió a Bernabé a Antioquía de Siria para retomar la comunidad eclesiástica que había sido fundada por los misioneros helenistas expulsados de Jerusalén. Bernabé se dirigió a Tarso para pedirle ayuda a Pablo, el cual, evangelizando con mucho éxito, se convirtió en uno de los dirigentes de la comunidad. Fue el primer desapego del ambiente de la sinagoga, porque Pablo predicó también a los griegos. La “invención” del apelativo de cristianos, usado por la primera vez en Antioquía, es uno de los frutos más bellos de la predicación de Pablo en esta ciudad.
La Chiesa Antioquena sería desde aquel momento el centro de difusión del evangelio e viviría independiente del Templo y de la vida en Judea. Esta comunidad de Antioquía disponía de una formación y una organización sólidas. Es así como, en el curso de una asamblea litúrgica, la inspiración de la comunidad confirmaría la vocación personal. El Espíritu Santo haría sentir su voz: “Escójanme a Bernabé y a Saulo, para la obra para la cual los he llamado”; entonces, la asamblea oró, ayunó, impuso las manos sobre los dos hombres. Y los envió en misión.
Bernabé y Pablo zarparon hacia Chipre. El Espíritu Santo es quien todavía los mandaría hacia esta dirección: anunciaron el evangelio en las sinagogas al este de la isla, en Salamina, después al oeste, en Pafos. Desde este momento, Lucas llamó Saúl con su nombre romano de Pablo, subrayando así que él tenía pleno derecho y los requisitos para cumplir su misión de ir hacia “las naciones”.
6. FUNDACIÓN DE IGLESIAS EN ASIA MENOR…
Estamos aquí en la etapa de plena inmersión en tierra pagana, más allá del Tauro, en cuatro ciudades estratégicas para Roma, en el camino de Sebastopol. Lucas coloca el primer discurso misionero de Pablo a la sinagoga de Antioquía de Pisidia, una nueva colonia romana, ante la mala acogida que le dio la mayoría de los judíos, Pablo se dirige a los paganos. Entonces Pablo y Bernabé fueron a Iconio, Listra y Derbe. Los dos apóstoles consolidaron las jóvenes comunidades.
Por una parte, animaron la vida común entre los creyentes provenientes del judaísmo y a los nuevos convertidos provenientes del paganismo, provocándose con ello la enemistad de los jefes de las sinagogas donde predicaban. Por otra, nombraron “ancianos”, según el modelo de la iglesia de Jerusalén. Cumplida esta misión, regresaron a la gran ciudad de Antioquía de Siria.
FUENTE: http://www.annopaolino.org/interno.asp?id=34&lang=spa