Seminario Mayor San Fidel  
 
  Set de Homilias, Teologia de la Predicacion 12-05-2025 09:53 (UTC)
   
 

Misa de Domingo XII del T. Ord. a los Seminaristas

Queridos seminaristas, saludándoles en el Señor en esta mañana de día Domingo,[1]  les invito a hacer un breve momento de silencio. Acojamos en el corazón esta palabra que nos ha sido proclamada. Que Cristo, Nuestro Maestro,[2] sea quien presida ente encuentro, sea él, quien suscite en nosotros un corazón dispuesto para acoger sus palabras de vida.

No tengan miedo”…confortantes palabras con que Cristo Jesús, se ha dirigido directamente a sus discípulos. Palabras que hoy domingo son dichas también a nosotros, en este evangelio que la iglesia nos propone sea proclamado en todos los rincones del mundo que celebran en comunión con nosotros la sagrada eucaristía[3]. Es, además, significativo saber que  el domingo pasado las lecturas nos hablaban de un Jesús que nos invita a predicar con fuerza.  Estas Lecturas se conectan: misión y miedo. Es precisamente el miedo el principal obstáculo para este vital anuncio. Ya lo hemos aprendido desde la experiencia de los apóstoles en pentecostés, celebración en la que hemos participados algunas semanas atrás;[4]  ya lo hemos experimentado también nosotros, en nuestra propia vida, cuando hemos de testimoniar nuestra fe ante un mundo indiferente que nos mira con sospecha.  

El miedo nos interroga por nuestra verdadera seguridad, pone en tensión nuestros absolutos. Despojándonos de todo, nos sitúa ante la radical interrogante humana: ¿Dónde está puesta tu confianza?[5] El miedo nos paraliza, nos descentra y aleja de la fuente desde donde brotan todas nuestras más heroicas intensiones, nos deja sin valor; nos pone de cara a nuestros propios fantasmas…pero Jesús en este evangelio de Mateo sólo del miedo sin más, nos habla del “miedo a los hombres. Respecto a este miedo queremos hablar hoy.[6] Un tema de profunda connotación comunitaria, sobre todo para nosotros, que vivimos en comunidad y trabajamos por anunciar la unidad.

Con todo aquello me surgen preguntas: ¿El hombre, mi hermano, mi amigo, puede constituir para mí en una amenaza? ¿Puede la relación abierta, sincera y honesta con mi  hermano poner en riesgo mi vocación?

Queridos seminaristas, “si no hay nada oculto que no deba ser revelado, y nada secreto que no deba ser conocido”[7]: ¿las relaciones han de estar mediadas por el silencioso temor que no nos permite reconocer nuestras vulnerabilidades? Ante tal miedo a ser sinceros con los demás, tendremos que siempre contestar a los demás: “estoy bien.. nunca me pasa nada” silenciando lo más propio nuestro, nuestra humana debilidad, la puerta de entrada para anclar la seguridad en Cristo, el único que nos justifica. Jesús hoy nos desafía, nos enseña otro modo de vivir.

                La apertura, la sinceridad, en nuestras relaciones se desprenden como una verás actitud evangélica: “Al que me reconozca abiertamente ante los hombre, yo lo reconoceré ante mi padre que está en el cielo.” Reconocer aquí al Señor será entonces:  Por un lado, saber que sólo en él se sustenta nuestra confianza, fuera de todo humano temor a los hombres; y por otro lado, “el reconocer nuestra fragilidad” será precisamente reconocer a quien verdaderamente nos sustenta en  la indigencia de nuestra finitud, este reconocimiento nos libera de pensar que no obstante las creativas ropas con las que podamos vestirnos, no podremos ocultar el abismo que sin Dios somos.

                Estamos llamados a dar un testimonio coherente [8]que brote de la confianza  puesta sólo en Jesús y no en la imagen que humanamente pudiéremos proyectar. Como el profeta Jeremías en la primera lectura, estamos llamados a reencontrar nuestra mayor certeza, la de estar anclados a Dios que nos llama.

                Cristo, nuestro Señor, nos ha liberado, y  hemos resucitado con él para una vida nueva,[9]una vida de libertad: la libertad interior por tanto, es uno de los frutos de este redentor acto de Jesús. Vivamos pues la libertad que nos permite ser sinceros y humildes ante los demás.

                Que la comunión prontos a recibir sea un verdadero encuentro con nuestras verdades[10], sea un profundo reconocimiento  de nosotros ante Dios. Les invito a que vivamos intensamente esta eucaristía, anunciemos esta gran alegría: “Cristo ya sanó nuestras heridas” …”Vamos trabajemos codo a codo… ha llegado el reino de la Vida[11].  Como nos lo dirá la canción del ofertorio que luego cantaremos junto al coro.

                Que maría nuestra madre nos acompañe en este camino de sinceridad, en este camino de luz, ella fue quien alzo la luz de Cristo en sus brazos…[12]

                A Cristo quien después de resucitar nos envía el espíritu de verdad[13] que da fiel testimonio de su presencia en medio nuestro, sea el honor y la gloria, por los siglos de los siglos. Amen



[1] Saludo inicial.

[2] Doxología inicial.

[3] Comunión Eclesial.

[4] Referencia litúrgica.

[5] Mirada a la realidad.

[6] Referencia a las Lecturas.

[7] Referencia al Evangelio.

[8] Invitación a la misión.

[9] Anuncio de la Resurrección.

[10] Preparación a la Comunión.

[11] Conexión con el ofertorio.

[12] Referencia a María.

[13] Doxología final.


Misa de funeral de un Joven de la Pastoral juvenil

 

            Un saludo muy sentido a los familiares de Miguel: sus padres, Sra. Verónica y Don Joaquín, sus hermanos y todos aquellos que compartieron con Miguel,[1] a quien todos de cariño  llamábamos “Miki”.

           

            En estos momentos podemos sentirnos con sentimientos encontrados, por un lado estamos en presencia de Cristo, Señor de la vida,[2] y por otro lado, conmovidos por estos trágicos hechos que le han quitado la vida a Miguel. Esta situación nos deja sin palabras. Quizá muchos de nosotros nos hemos rebelado contra Dios en momentos similares, cuando se nos va un ser querido.[3] Nos suscita interiormente decir: “esta muerte no tenía que haber sucedido”, “un joven que estaba empezando a vivir, con todo un futuro por delante”. “un joven cargado de ilusiones y esperanzas.”

    

            Podemos ante tal crisis, incluso cuestionar e interrogar a Dios…Pero sumidos en el abatimiento no podemos dejar de recordar aquel viejo resabio: “Dios escribe derecho en reglones torcidos”. Situaciones que nos parecen oscuras esconden en el fondo caminos para encontrarnos con Dios mismo. La muerte es el paso de Dios entre nosotros.

Nada que nos ocurra es un absurdo, tiene un sentido redentor. Dios interviene en nuestra historia aunque complejas nos parezcan sus maneras de intervenir…Dios nos habla.

           

            Jesús nos dice en su evangelio: "En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, quedara solo; pero si muere, dará mucho fruto". (Jn12). "El que ama su vida, la pierde; pero el que aborrece su vida en este mundo, la conservará para la vida eterna". (Jn 12). [4]

 

            Aunque nos parezca contradictorio, Jesús nos enseña que de la muerte brota la vida; de la muerte de Cristo en la Cruz brotó la Resurrección a la vida eterna.[5] La vida del hombre es como la semilla, como ese grano de trigo que se siembra bajo tierra, que se pudre y muere, pero que luego brota par una nueva vida mucho más plena y feliz.

    

            Vamos a aprovechar  esta Celebración para sentirnos más unidos y más solidarios entre nosotros; vamos a aprovechar esta Celebración para tener un rato de oración juntos, sentir que somos Iglesia y que estamos juntos en momentos de dolor como estos.[6] Darnos mutuamente esperanza. Sentirnos acompañados y experimentar la confianza de saber que no estamos solos.  En medio nuestro hay alguien más, no estamos solos, hay alguien más que acompaña nuestros pasos, es Cristo el Señor, que venció a la muerte en su resurrección. Que la comunión, prontos a recibir, sea  signo de este encuentro. [7]

 

            A Cristo, que venció la muerte[8] entregando la vida, enseñándonos que si entregamos la vida, nada puede arrebatarnos la muerte, demos toda acción de gracias. Profesemos juntos nuestra fe.



[1] Saludos.

[2] Doxología inicial.

[3] Mirada a la realidad.

[4] Referencia a las Lecturas.

[5] Anuncio de la resurrección.

[6] Comunión eclesial.

[7] Invitación a la eucaristía.

[8] Doxología final





 
  MENÚ DE NAVEGACIÓN
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
  CALENDARIO LITÚRGICO
6 DE JULIO DE 2008

Santoral: Santa María Goretti
Primera Lectura: Zacarías 9,9-10
Salmo Responsorial: 144
Segunda Lectura: Romanos 8,9.11-13
Evangelio: Mateo 11,25-30
  RECTOR Y FORMADORES
Padre Rector: Edison Diaz Moya
Fdor. Propedéutico: Pbro. Juan C. Hernández
Fdor. 1° Filosofía: Pbro. Leonardo Villagrán
Fdor. 2° Filosofía: Pbro. Carlos Mellado
Fdor. Año Pastoral: Pbro. Nelson Hualquimil
Fdor. 1°Teología: Pbro, Edison Díaz
Fdor. 2°Telogía: Pbro. Juan C. Hernámdez
Fdor. 3° Teología: Pbro. Nelson Huaquimil
Fdor. 4° Teología: Pbro. Edison Díaz
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